Klaus Schmidt-Hebbel
Profesor de Economía, Universidad del Desarrollo, Chile
“Como especie responsable de la catástrofe ambiental global, tenemos una ventana de tiempo muy reducida – quizás solo hasta 2030 – para disminuir y revertir algo la destrucción del planeta y de la gran mayoría de sus especies, incluyendo la nuestra.
En Chile, el gobierno, el sector privado y las personas estamos cambiando lentamente nuestras políticas y acciones para lograr un desarrollo ambientalmente más sostenible. Debemos acelerar estas acciones, y hacerlo ahora. En 10 años más llegaríamos tarde.
Propongo doce pilares centrales para lograr un Chile más sustentable – y hay mucha evidencia que los fundamenta.
1. Colocar a la sustentabilidad del medioambiente en el corazón de la nueva constitución y aprobar el proyecto de ley de cambio climático y transición energética.
2. Adelantar el compromiso nacional de alcanzar la carbononeutralidad en 2050 a un año más cercano a los comprometidos por Alemania (2045) o, mejor, Finlandia (2035).
3. Condición principal de lo anterior es cambiar más rápido la matriz energética, lo que incluye reemplazar transitoriamente el carbón por el gas natural, invertir en energías renovables e hidrógeno verde y sus combustibles derivados, con respeto a la institucionalidad (que, por ej., aprobó la construcción de Alto Maipo).
4. Fomentar la electromovilidad, elevar significativamente los impuestos al uso de combustibles fósiles en el transporte y en la actividad industrial, fomentando el uso de hidrógeno verde y sus combustibles derivados.
5. Fomentar la convergencia a una economía circular que recicle todos sus desechos.
6. Para mitigar los efectos de la megasequía (que probablemente sea permanente), mejorar la gestión en vez de nacionalizar las aguas, fomentar fuentes sustentables, cuidar las napas subterráneas, y construir embalses y plantas desaladoras.
7. Frente a los crecientes incendios forestales (provocados mayoritariamente por delincuentes), endurecer las penas a quienes los provocan, y aumentar los recursos y las capacidades de CONAF en la prevención y el combate de incendios.
8. Para proteger los bosques y la biodiversidad, endurecer las penas a los que roban madera, subsidiar la recuperación de ecosistemas en tierras públicas y privadas y subsidiar la plantación de bosques nativos biodiversos.
9. Fomentar aquella agricultura, ganadería y silvicultura que hace un mejor uso de la tierra, evite o reduzca el uso de fertilizantes, herbicidas y fungicidas, y respete o promueva la biodiversidad.
10. Descontaminar y proteger de la pesca insostenible los bordes costeros y los océanos, incluyendo la extensión de la Zona Económica Exclusiva de 200 a 1.000 millas náuticas.
11. Extender significativamente el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, más allá de sus 15 millones de hectáreas actuales, e iniciar una alianza público-privada de apoyo público condicional a las reservas naturales de privados, para incentivar su significativa extensión.
12. Promover la descontaminación y limpieza de tierras, aguas y mares de Chile, a través de programas de impuestos y multas, y de subsidios y voluntariado.
Es ahora que debemos actuar.
¿Se pueden articular soluciones efectivas desde la inversión de impacto?
¡Sin duda! A nivel del mercado de capitales, debemos aprovechar el creciente apetito por inversiones en proyectos sustentables y, especialmente, por inversiones en proyectos que reviertan, mitiguen o promuevan la adaptación al cambio climático; que pongan freno o reviertan la destrucción de ecosistemas, especies y biodiversidad; que impidan la introducción de especies foráneas; que eviten el cambio en el el uso de suelo; y que reduzcan o impidan la contaminación de tierra, auree, aguas y mares. Ello pasa por iniciativas que incluyen: la promoción de portafolios de inversiones en las áreas mencionadas; en tecnologías verdes nuevas (ejemplos: hidrógeno verde, electromovilidad, alimentos producidos sustentablemente); en limpieza y reconversión de tierras y aguas degradadas). También implica rehacer nuestras cuentas nacionales, incluyendo al capital natural y su destrucción o inversión en ellas. Por último, debemos fomentar el desarrollo de los mercados mundiales y nacionales de bonos de carbono.
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